Algunos
estudiantes de bajo eléctrico no entienden muy bien la necesidad de practicar
patrones rítmicos de distintos estilos. Algunos prefieren practicar melodías,
obras para solistas, la técnicas percusivas e improvisación (disciplinas que,
por supuesto, también son importantes).
Cuando a estos estudiantes les propongo practicar patrones de algún nuevo estilo suelo mostrarles algún ejemplo y hacerles ver la importancia de su práctica para adquirir precisión rítmica, el “carácter” o el sentido del estilo; también para tener suficientes recursos a la hora de afrontar un tema completo de varios minutos. A veces les cuesta ponerse a ello porque no disfrutan mucho tocando lo que creo entienden como un acompañamiento de otro elemento musical más destacado como una melodía o un solo, y quizás eso de “acompañar” no tiene tanto glamour (o simplemente no se sienten motivados)…
Cuando a estos estudiantes les propongo practicar patrones de algún nuevo estilo suelo mostrarles algún ejemplo y hacerles ver la importancia de su práctica para adquirir precisión rítmica, el “carácter” o el sentido del estilo; también para tener suficientes recursos a la hora de afrontar un tema completo de varios minutos. A veces les cuesta ponerse a ello porque no disfrutan mucho tocando lo que creo entienden como un acompañamiento de otro elemento musical más destacado como una melodía o un solo, y quizás eso de “acompañar” no tiene tanto glamour (o simplemente no se sienten motivados)…
Pero
me he dado cuenta de que estos prejuicios también los tienen otros instrumentistas
como algunos guitarristas, espléndidos solistas pero nefastos a la hora de
hacer un buen acompañamiento armónico; también, lo he notado en algunos
bateristas muy preocupados por sus improvisaciones (por ese “momento de
gloria”) pero no muy preocupados por hacer una base coherente con el estilo que
están interpretando (y adecuada, en dinámicas, al tipo de agrupación musical de
la que forman parte): a fin de cuentas, un baterista va a estar una gran parte
del tiempo que toca en grupo interactuando mediante una de base rítmica precisa
que, por regla general, no debe estar demasiado cargada para que puedan
escucharse con claridad los demás instrumentos.
Probablemente,
para el público que no entiende mucho de música, sea el solo (la improvisación)
el momento de evaluar y aplaudir la calidad del músico y no la contribución como
miembro de un grupo ni la solvencia como intérprete durante el concierto con el
fin de un mejor resultado artístico ¡Todo un engodo para la vanidad!
Aquí
puede aparecer otra problemática: la creencia de que el público no entiende
tanto de música como para percatarse de esos detalles “ético-musicales”; pero
desde fuera del escenario muchas personas suelen notar casi todo, y aunque no
se perciba bien lo que puede estar pasando a nivel técnico, sí se nota cuando
el grupo está sonando de maravilla, y esto solo ocurre cuando cada uno
desempeña una función que encaja perfectamente con la de los demás. En
cualquier caso también es muy importante la comodidad y la satisfacción de
todos los componentes del grupo mientras interpretan la música juntos.
Una
interpretación grupal basada en el individualismo no es desde mi punto de vista
una buena idea para aprovechar convenientemente todo el potencial que nos puede
ofrecer un trabajo colectivo, un trabajo de grupo. Si lo que se desea es un
buen resultado, cada miembro debe de desempeñar lo mejor posible su función en
el momento que le corresponde. También es posible el trabajo por secciones para
mejorar el resultado de cada una de ellas. En fin… si analizamos una buena
parte de la música moderna donde hay bajo eléctrico, transcribimos líneas o
escuchamos detenidamente lo que va desarrollando el bajista, nos daremos cuenta
que la mayor parte del tiempo el bajo está haciendo sobre la estructura del
tema una base de acompañamiento rítmico armónica. En la mayoría de los casos
las líneas de bajos, si se trata de buena música, suelen ser muy coherentes y
sutilmente creativas sin dejar de cumplir con su cometido de línea de base: la
voz más grave del conjunto. El solo (la improvisación), cuando sea oportuno,
será ese momento en el que el bajo asuma su discurso con un protagonismo más
acentuado, en este caso también se requiere coherencia.
Me
parece importante que el bajista, como cualquier otro instrumentista, pueda
asumir en algún momento o etapa de su carrera un papel como solista o de líder,
de hecho hay muchos bajistas que lo son (y con muy buenos resultados); incluso,
no me parece mal que el bajo sea el instrumento encargado de hacer la mayor
parte de las melodías si se considera oportuno: cada cual es libre de elegir la
música que desea interpretar. Pero, cuando hablamos de un bajista profesional,
entiendo que es aquel músico capaz de acompañar cualquier estilo de música con un
buen criterio (al margen de que existan unos/as especialistas más originales que otros/as en determinados estilos). Sólo
cuando esto se cumple puedo entender que se inicie una trayectoria como
solista; aunque, como apuntaba antes: cada cual es libre de elegir.
Ejercicios Preliminares
Con estos ejercicios se pretende practicar la lectura musical rítmica e identificar las diferentes figuras dentro del pulso.
La lectura de patrones rítmicos con semicorcheas puede ser algo complicada para bajistas no habituados a ello; sin embargo, consideramos importante esta práctica pues nos posibilita aprender las ideas escritas, transcribir otras nuevas y, en definitiva, nos es útil para relacionar un ritmo con una grafía precisa que, a modo de símbolo, nos ayudará a comprender permanentemente y con exactitud lo que ésta representa.
Si usted tiene mucha dificultad para interpretar este tipo de ritmos, le recomendamos practicar las cuatro semicorcheas a un tempo cómodo y uniforme, marcando el pulso con el pie y pronunciando la sílaba “Ta” o “Pa” en cada semicorchea. También puede pronunciar “Un - do - te - cua”, identificando, por este orden, las cuatro semicorcheas. Ocasionalmente, y siempre llevando el pulso con el pie, sustituiremos alguna semicorchea por un silencio del mismo valor que ocupe su lugar; en este caso, es conveniente pronunciar con energía, pero con poco volumen sonoro, la sílaba “Un” para el silencio, asignando a las semicorcheas existentes cualquier otra sílaba de las citadas anteriormente: “Un – Pa – Pa – Pa”, “Pa – Un – Pa, - Pa”, etc.
Con el fin de evitar lesiones producidas por esfuerzos repetitivos, tendinitis, R.S.I. (Repetitive Strain Injure), recomendamos incorporar periodos de descanso entre ejercicios así como evitar la insistencia forzada en la ejecución de los mismos.
A continuación tenemos algunos patrones básicos para la música latina. El tempo indicado puede variarse (algo más rápido puede ir bien). Prueba a practicarlos cambiando de acorde cada 4 compases...
Más patrones con semicorcheas:
Recuerde evitar la insistencia forzada e incorporar periodos de descanso entre ejercicios.
© por Carlos Mompeó, 2003 Entrenamiento Rítmico para Bajistas I. S. B. N.: 978-84-612-6156-8
Con el fin de evitar lesiones producidas por esfuerzos repetitivos, tendinitis, R.S.I. (Repetitive Strain Injure), recomendamos incorporar periodos de descanso entre ejercicios así como evitar la insistencia forzada en la ejecución de los mismos.
Ejercicio de solfeo rítmico en compás de subdivisión ternaria (no es necesario realizarlo con el instrumento)